Ni siquiera te estoy espiando,
He aprendido a ser una niña buena.
Enferma hasta el pensamiento,
Más que nada ahí es donde enfermo.
Un nudo en la panza y saliva en la boca:
Trago amargo, intranquilo.
Me siento ridícula por ella.
Me encuentro aflijida, cada vez que se fue.
Así que mojé la cama otra vez,
si eso es lo que tú llamas miedo,
me alegra ser lo suficientemente valiente para llorar.
No la espero, porque de cualquier forma, nunca pensé que pudiese volver.
Y yo, yo la dejo ir, como un día más.